Por Juan Arturo Brennan
Te compartimos interesantes detalles de esta gran obra que seguramente escucharás en nuestro Concierto Navideño 2020.
¿Se imaginan ustedes una batalla entre una horda de ratones y un regimiento de soldados de plomo?

El texto original en el que está basado el famoso ballet El cascanueces es de E.T.A. Hoffmann y lleva por título El cascanueces y el rey ratón. Una versión francesa, traducida por Alejandro Dumas, padre, se tomó como base para el libreto; es por ello que durante mucho tiempo se conoció esta partitura de Piotr Ilyich Chaikovski (1840-1893) como Casse-noisette, que es la palabra francesa con la que se designa ese ingenioso aparato que resulta igualmente peligroso para las nueces que para los dedos del usuario.
Sin entrar en demasiados detalles, se puede recordar que el cuento se inicia con una fiesta de Navidad en la que un mago llamado Drosselmeyer trae extraños regalos: juguetes mecánicos, un Arlequín y una Colombina que bailan ante los fascinados niños. El regalo final es un grotesco cascanueces que recibe la niña Clara, ante los celos de su hermano Fritz. Por supuesto, como ocurre en casi todas las fiestas de Navidad, los niños se pelean por el cascanueces. Más tarde, por la noche mientras todos duermen, Clara regresa a la sala para encontrarse con que los juguetes navideños han cobrado vida. Hay una invasión de ratones que es repelida por los soldaditos de plomo comandados por el cascanueces.

Como premio a su valentía, el bravo estratega es convertido en príncipe y de inmediato invita a Clara a dar un paseo por el Reino de los dulces. Durante este paseo, Clara y el príncipe cascanueces son testigos de escenas diversas que culminan en un festival preparado en honor de Clara.
Como podrá verse, este cuento tiene, como todos los cuentos clásicos para niños, un claro subtexto de horror. ¿Se imaginan ustedes una batalla entre una horda de ratones y un regimiento de soldados de plomo? Es como para quitarle el sueño a cualquiera, niño o adulto. El cascanueces surgió de un encargo del Teatro Maryinski de San Petersburgo, y la coreografía original le fue solicitada al gran Marius Petipa, cuya grandeza no le impidió molestar continuamente a Chaikovski durante la creación de la obra, pretendiendo darle instrucciones sobre cómo escribir su música. Víctima de una especie de castigo divino (quizá provocado por el mago Drosselmeyer), el coreógrafo Petipa enfermó antes del estreno del ballet y su coreografía tuvo que ser concluida por Lev Ivanov. Chaikovski había recibido el encargo en 1891 y terminó la orquestación del ballet en febrero de 1892. Aun antes del estreno del ballet, el compositor había presentado algunos fragmentos de la música en San Petersburgo, en un concierto que resultó muy exitoso, lo cual no sirvió mucho para calmar las dudas de Chaikovski sobre su nueva partitura.

El estreno del ballet se llevó a cabo el 17 de diciembre de 1892 y la obra fue recibida con frialdad por el público. Al paso del tiempo, sin embargo, su popularidad creció hasta alcanzar una enorme aceptación por todo el mundo, básicamente a través de la Suite Op. 71, realizada por Chaikovski con ocho números de la partitura original. Si esta suite se interpreta con frecuencia en las salas de conciertos, tanto en la temporada navideña como fuera de ella, mucho menos conocida es una segunda suite del ballet, conformada por otros cinco números extraídos de la partitura original.