Por HRJ
El trabajo de Iván López Reynoso (1990) se caracteriza por su comprensión minuciosa del sentido filosófico y expresivo de cada obra. Este fin de semana dirigirá el quinto programa de la Temporada de verano 2023 de la Orquesta Sinfónica de Minería.
Aprovechamos la ocasión para platicar con él en esta entrevista exclusiva en donde nos comparte su acercamiento a cada una de las piezas: la redención de Margarita (en la Obertura Fausto de Mayer), su relación artística con Augustin Hadelich (en el Concierto para violín de Chaikovski) y la necesidad de construir una poética sonora del Clasicismo más cercana a la verdad histórica (Sinfonía núm. 104, Londres, de Haydn).
SOBRE LA OBERTURA FAUSTO DE EMILIE MAYER
Para mí es un privilegio dirigir este repertorio. Es una partitura poco común en la actualidad. Incluirla es una decisión afortunada. Colabora a que el público reciba un abanico más extenso de posibilidades. Conocemos poco de Mayer. Existe poquísima información. Hay que rascarle para encontrar datos sobre ella. Pero a mí me gusta investigar demasiado. Soy un poco nerd. Así que me eché un clavado al siglo XIX para investigar sobre esta compositora tan prolífica. Tiene 8 sinfonías. Y también está esta obertura de concierto: Fausto, que fue muy interpretada en su momento y poco a poco en la actualidad se está reubicando. Se trata de música programática. Hay un hilo dramatúrgico. La obra hace referencia a la obra de Goethe. Data de 1880. Su lenguaje, dentro del sinfonismo alemán, yo diría que es un punto de transición entre Mendelssohn y Schumann. Los personajes están representados musicalmente. La introducción sombría refiere a Fausto, luego viene el allegro que hace referencia al Diablo y el tema central es el de Margarita. Es un poema sinfónico por sí mismo. La obertura es larga, de 12 minutos, y cuenta la historia. Es música espléndida. Y existe una nota escrita por la propia Mayer que indica que la obra tiene una intención sagrada y espiritual en la que Margarita es salvada. No salvada de morir, pero sí una salvación espiritual. La de la vida eterna. Y termina con esa ascensión de Margarita hacia el cielo
SOBRE AUGUSTIN HADELICH Y EL CONCIERTO PARA VIOLÍN DE CHAIKOVSKI
Mientras más grande y consagrado es un solista desde un punto de vista artístico, más experto en distintos estilos y posturas. En el caso de Hadelich, es uno de los mejores del mundo. Ha grabado e interpretado este concierto de Chaikovski varias veces. Es uno de los grandes especialistas de la actualidad. Por ello no habrá discusión con el lenguaje estilístico que se busca. Hemos encontrado los puntos en común. Así que la relación director y solista, que en ocasiones puede ser complicada, en este caso es magnífica. Es la primera vez que trabajo con él y todo ha sido positivo. Además, la Orquesta Sinfónica de Minería tiene un nivel de primera. Por ello para todo el público será una experiencia superlativa. Es un lujo para mí poder hacer este concierto.
SOBRE EL SONIDO DE HAYDN
Como director contemporáneo tengo la necesidad y el compromiso de estar lo más apegado a la estética sonora de cada compositor. Haydn pertenece a la segunda mitad del siglo XVIII, es un sonido del Clasicismo. Y, sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XX, su música se interpretaba de forma romántica. Con orquestas de 80 personas, vibratos exagerados, etc. Yo creo que el director de la actualidad tiene que permitirse poner su interpretación al servicio del compositor al que está sirviendo. No hablo de hacer una versión historicista. Para ello tendríamos que tener todo el contexto de Haydn. Es decir: sin luz eléctrica, con instrumentos de época, cuerdas de época, etc. Yo tengo una orquesta del siglo XXI en una sala del siglo XX. Por más que quiera, sonará a una orquesta moderna. Pero lo que sí podemos hacer es una versión históricamente informada sobre el lenguaje clásico. Lo que sí podemos hacer son articulaciones separadas, sonidos más flautados que emulen la sonoridad de una orquesta de época. Yo cuido mucho que seamos respetuosos del sonido de esa época, pero siempre considerando que la técnica musical contemporánea es completamente distinta.
¿Y qué pasa con el público que se acostumbró al sonido romántico de obras clásicas?
Claro, esta postura a veces choca con personas que se acostumbraron a un sonido de la segunda mitad del siglo XX. Por ejemplo, a muchos melómanos el Beethoven que les gusta es el de Karajan, quien tenía una tendencia muy pesada, densa. Y esa búsqueda sonora a mí me parece única e irrepetible.
De pronto yo puedo tocar un Beethoven que busque sonar a una orquesta de la época de Beethoven y alguien puede decirme: “Así no debe sonar esa obra”. Pero lo que me está diciendo es que así no suena el Beethoven de Karajan.
Por eso creo que los directores contemporáneos tenemos que buscar más bien la responsabilidad interpretativa desde el compositor. No desde las modas, no desde las tendencias. Nuestra responsabilidad es también dar a conocer esa forma de sonido del compositor, no de una tradición. Darle al público esa información.
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