Jorge Federico Osorio, el gran pianista mexicano
Por HRJ
Jorge Federico Osorio es uno de los pianistas mexicanos más importantes de la historia. Ha sido solista de las principales orquestas del mundo bajo la batuta de directores como James Conlon, Eduardo Mata, Bernard Haitink, Klaus Tennstedt y Lorin Maazel.
Su relación con la Sinfónica de Minería se remonta a la fundación de la orquesta, cuando en 1978 estableció con el director Jorge Velazco una colaboración artística de excelencia que se ha prolongado a través de los años.
Para esta Temporada de verano 2022 Jorge Federico Osorio interpretará dos conciertos esenciales en la literatura pianística del siglo XX mexicano: el Concierto romántico de Manuel M. Ponce (30 y 31 de julio, durante el programa 5) y el Concierto para piano de Ricardo Castro (6 y 7 de agosto, durante el programa 6).
Aprovechamos la ocasión para hablar con él sobre su extraordinaria carrera.

El Concierto romántico para piano y orquesta de Manuel M. Ponce lo conozco desde hace muchos años y lo he interpretado varias veces. El concierto para piano de Ricardo Castro es más reciente en mi repertorio. En ambos encuentro esa coincidencia expresiva romántica y bellísimos pasajes pianísticos y de diálogos entre piano y orquesta; lo cual no debe extrañarnos, pues ambos compositores, tanto Ponce como Castro, fueron grandes pianistas.
En cuanto al carácter, siento que el concierto de Ponce es más cercano a Liszt y el concierto de Castro más operístico, pero sólo me estoy refiriendo al carácter, que quizá es un poco más dramático en este último.
Así que el público de Minería puede esperar dos grandes conciertos para piano y orquesta, muy atractivos, de una gran belleza romántica.
¿Qué otras obras mexicanas hay en su repertorio?
Están el Concierto para piano (1940) de Carlos Chávez (1899-1978), la Sinfonía concertante (1968) de Carlos Jiménez Mabarak (1916-1994) y El concierto para piano y orquesta núm.2, Ophiuco: el signo secreto (2013), de Alexis Aranda (1974), que estrené hace unos años en el Palacio de Bellas Artes con la Orquesta Sinfónica Nacional.
¿De qué manera ha cambiado la manera en que se acerca a una misma obra a través del tiempo?, ¿qué tan distinto es el Concierto romántico de Ponce que interpretaba a principios de su carrera con respecto al que ahora interpreta?
En un sentido general, no hay grandes diferencias. Todo se reduce a los detalles, a la lectura que estableces en ciertos tempos o en ciertos pasajes virtuosos, que puedes hacer de pronto más brillantes. La clave está en escarbar en los detalles.
¿Escarbar en los detalles implica indagar en aspectos biográficos?
Sí, en ocasiones implica ir hacia las biografías. Pero lo interesante es centrarse en la producción artística de cada autor, en la música que ha compuesto en diversas etapas de su carrera. A veces ciertos datos de sus vidas pueden ser de utilidad. Por ejemplo, cuando he estudiado a Brahms me ha resultado muy interesante y revelador leer la correspondencia que estaba escribiendo mientras componía esa obra concreta.
¿De qué manera ha encontrado el equilibrio entre la vida itinerante del solista que viaja por el mundo dando conciertos y el artista estudioso que debe pasar mucho tiempo en soledad para perfeccionar su sonido?
Estudiar e interpretar música es un trabajo personal que requiere pensar, meditar, reencontrar. Pero al viajar y dar conciertos con diversas orquestas también hay tiempo de introspección. Es muy importante tener claro lo que quieres lograr e ir encontrando el equilibrio que como artista te hace sentir cómodo.
Al interpretar en vivo entra el factor de la orquesta específica que te acompaña y sobre todo el directo que la dirige. Ese director tendrá su propia lectura de la obra y yo mi lectura. La idea es lograr que esa obra suene lo más completa posible. Entonces se debe dialogar, Intercambiar ideas y hacer que la obra suene lo más completa posible.
También está la faceta de grabar en estudio, donde debes tomar decisiones: si se quiere algo más controlado o algo más espontáneo. Pero a veces no hay tiempo para planear tanto y debes estar preparado para ofrecer una versión interesante de una obra durante la primera toma.

¿Qué significa en su vida artística la Orquesta Sinfónica de Minería?
Ha sido una presencia muy bonita. Me he presentado con la Sinfónica de Minería desde su fundación bajo la batuta de Jorge Velazco y desde entonces no he dejado de presentarme a lo largo de los años. La Sinfónica de Minería es muy especial en mi carrera. Por ejemplo, con ella presenté por primera vez los dos conciertos para piano y orquesta de Johannes Brahms. Con Minería he vivido anécdotas muy curiosas, como la vez que Luis Herrera de la Fuente, entonces director artístico, me solicitó de emergencia que me presentara como solista en el Primer concierto para piano de Chaikovski. Al lado de esta orquesta he pasado semanas muy festivas a través de varias temporadas. Su sonido siempre ha sido destacado y además el público mexicano es extraordinario: muy cálido, muy cariñoso. Después de cada concierto yo disfruto mucho recibir a la gente que me comparte su experiencia con la música que acaban de escuchar. Es un público muy espontáneo, muy emotivo, y siempre lo encuentro cada que regreso con la Orquesta Sinfónica de Minería.