Al pensar en una orquesta sinfónica pocas personas la asociarían con la palabra “negocio”. Sin embargo, las relaciones entre la música y el mundo empresarial resultan imprescindibles para poder presentar temporadas de conciertos estables, exitosas y de alta calidad tanto técnica como logística, así como desarrollar un proyecto inclusivo y diverso que tenga por objeto reconstruir el tejido social a través de música sinfónica de excelencia…
Por HRJ
¿Cómo se financia una orquesta sinfónica en México?
Además de tener que cubrir gastos operativos diarios (salarios de personal de oficina, salarios de instrumentistas, publicidad, renta de espacios para ensayar y ofrecer conciertos…), las orquestas sinfónicas deben pagar elevadas cantidades para poder contratar a solistas y batutas huéspedes que resulten ideales para cada programa (y en ocasiones los derechos de las partituras que van a interpretarse).
Las ganancias de taquilla sólo cubren un porcentaje menor de los gastos. Por ello la mayor parte de las orquestas sinfónicas mexicanas sobreviven gracias a subvenciones gubernamentales. Es decir: la mayor parte de sus ingresos provienen de instancias oficiales y, por lo tanto, están sujetos a las políticas culturales de la administración en turno. Este esquema de financiamiento no resulta sano a causa de tres aspectos principales:
- Incertidumbre económica
- Imposibilita la planeación de temporadas anticipadas
- Conflicto de intereses
Tres motivos que apuntan hacia la misma dirección:
Depender en exclusiva de dinero proveniente de apoyos gubernamentales hace imposible que una orquesta tenga la oportunidad de construir un proyecto a largo plazo, pues no podrá:
- Garantizar la continuidad de su personal
- Contratar a las máximas figuras de la música sinfónica internacional (que suelen exigir contratos con por lo menos un año de anticipación)
- Trazar proyectos serios para difundir la música clásica en espacios distintos a las salas de conciertos y captar nuevos públicos entre las generaciones más jóvenes
- Garantizar la completa libertad de sus decisiones artísticas
Como puede verse, una vida económica poco sana provoca condiciones de operación inciertas y muchas veces improvisadas que afectan directamente la calidad artística de las agrupaciones.
En la medida en que una orquesta sinfónica deja de estar sujeta a presupuestos gubernamentales para operar podrá desarrollarse en toda su potencia. Y para lograrlo su esquema de financiamiento debe estar dirigido hacia el sector privado.
¿Por qué una orquesta sinfónica necesita del sector privado para funcionar de manera ideal?
Si la taquilla es insuficiente y depender del apoyo gubernamental resulta poco sano, una orquesta tendrá salud financiera en la medida en que la mayor parte de sus ingresos provengan del sector privado.
Este esquema funciona de siguiente la manera:
La orquesta recibe donaciones del sector privado y a cada empresa donante les emite comprobantes 100 por ciento deducibles de impuestos. Para poder hacer esto es necesario ser una asociación civil sin fines de lucro. Es decir: todo el dinero recibido es invertido de manera íntegra en el proyecto artístico.
Lograr un grupo de patrocinadores estables ofrece múltiples beneficios operativos y artísticos a cualquier orquesta sinfónica, como:
- Certidumbre económica
- Planeación de temporadas a largo plazo
- Contratar a las máximas figuras de la música sinfónica internacional
- Libertad de programación
- Tiempo para trazar programas de capacitación de nuevos públicos y organizar conciertos en espacios alternativas
La clave para que una orquesta pueda financiarse con éxito del sector privado radica en su capacidad de convencer a las empresas en que donar a una sinfónica es una buena idea.
¿Por qué es una buena decisión de negocios donar a una orquesta sinfónica?
Las empresas viven de su reputación. Más allá de sus logros económicos anuales, una empresa tiene futuro en la medida en la que su imagen transmita confianza. En el mundo contemporáneo esa confianza sucede en múltiples capas y exige que sea multidisciplinaria.
Por ejemplo, cualquier empresa cuya imagen virtual sea descuidada estará incurriendo en un error grave que le costará perder la oportunidad de captar nuevos clientes. Por ello cualquier negocio actual contempla dentro de su presupuesto inversiones en áreas como diseño gráfico, escritores UX y gente dedicada a dar seguimiento y pronta respuestas a todas las interacciones en las redes sociales.
De la misma manera, la imagen social de las empresas tienen un impacto vital en la percepción de sus posibles clientes. Y esta imagen se relaciona directamente con el destino de sus donaciones, pues una donación implica una alianza. Es decir: a nivel imagen, una empresa va a estar vinculada directamente con el proyecto al que le está dando dinero.
Durante la pandemia, muchas personas se refugiaron en la música y en ella encontraron esperanza y consuelo. Poco a poco, conforme los conciertos presenciales han vuelto a la normalidad, la música en vivo se ha convertido en un elemento esencial para la reconstrucción social, como lo demuestra la reciente Temporada de verano 2022 de la Orquesta Sinfónica de Minería:
Miles de personas se reunieron durante ocho semanas para escuchar una programación estructurada en torno a las nueve sinfonías de Beethoven. Pero en una dimensión social esta música sinfónica de excelencia ofreció a las personas la posibilidad de compartir juntas una intensa experiencia humana de celebración de la vida.
Al donar a una orquesta sinfónica de alta calidad artística, las empresas se estarían aliando (y aumentado el valor de su imagen social) con esos conceptos:
- Esperanza
- Consuelo
- Reconstrucción
- Excelencia
- Comunidad
- Celebración
- Asombro
- Vida
- Humanidad
- Alegría
¿Cómo se explica el caso de éxito de la Orquesta Sinfónica de Minería?
Desde su fundación en 1978 la Orquesta Sinfónica de Minería se volvió parte integral de la vida cultural de México por proponer un arriesgado repertorio de obras nunca o pocas veces escuchadas en el país y su permanente interés en construir un sonido de excelencia. Actualmente, bajo la dirección artística de Carlos Miguel Prieto, se ha convertido en una de las agrupaciones más dinámicas, atractivas y prestigiosas de Hispanoamérica, como lo demuestra su nominación al Grammy por su grabación del Concierto para violín de Korngold con Philippe Quint
Para explicar una trayectoria exitosa de 44 años tienen que juntarse dos elementos:
1. Talento (el de todas las personas que integran la orquesta y el de la dirección artística que las entrena y convence para que cada instrumento forme parte de una misma integridad musical).
2. Estructura (se refiere a todo el entorno que da forma institucional a la orquesta y define su imagen social).
Dentro de su marco institucional, la Orquesta Sinfónica de Minería siempre ha apostado por un esquema de financiamiento en la iniciativa privada.(tanto de empresas como de particulares). Y para captar estos recursos no es suficiente ser una de las mejores orquesta de Hispanoamérica, sino ofrecer a nuestros benefactores construir de la mano un proyecto social inclusivo y diverso que gira en torno a tres propósitos claramente definidos.
- Reconstrucción del tejido social.
En la Orquesta Sinfónica de Minería estamos convencidos del poder sanador de la música. Creemos que la música es una poderosa herramienta para sanar e infundir esperanza. Nuestra misión es colaborar en la reconstrucción del tejido social interpretando conciertos cautivadores.
- Creación de nuevas audiencias
La música no puede ser estática. Si la limitáramos a la Sala Nezahualcóyotl, sede de nuestras temporadas de verano, estaríamos mutilando sus poderes. Por ello estamos comprometidos a llevarla a distintos espacios de todo México en búsqueda constante de nuevas audiencias.
- Fomentar la creación de nueva música sinfónica mexicana
Además de dar vida a grandes obras poco escuchadas en México (como Gran misa de muertos de Hector Berlioz, Sinfonía Antártica de Ralph Vaughan Williams o la obra orquestal íntegra de Gustav Mahler) a través de grandes intérpretes internacionales, también ha comisionado más de un centenar de obras que ya son clásicos contemporáneos de la música mexicana, como Sonatina de Manuel Enríquez, Ficciones de Mario Lavista, Gota de noche de Carlos Sánchez Gutiérrez, Cinco misterios eléusicos de Federico Ibarra Groth, Concierto voltaje de Gabriela Ortiz o Rotor de Enrico Chapela.
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