Quodlibet

La palabra y el sonido

A Mario Lavista

Por Fernando Fernández

¿Cuál es la alianza entre poesía y música? ¿En qué espacio y en qué tiempo se abrazan?

“Y ya hemos mentado algo afín, muy afín de la poesía, pues anduvieron mucho tiempo juntas, la música. Y en la música es donde más suavemente resplandece la unidad”, cantaba la sabia María Zambrano. Este texto forma un pendant y un juego de reflejos especulares con el texto “el sonido y la palabra”, del compositor Mario Lavista. Atraviese el lector estos espejos poéticos y musicales.

Cuando hablamos de la música de las palabras (o como le gustaba decir a Borges: “la música verbal”), en cierto modo estamos haciendo uso de una metáfora, de una figura retórica.

Suelo advertir a mis alumnos de la Escuela de Escritores, una vez que hemos estudiado la naturaleza de las vocales y las consonantes, y distinguido las sílabas tónicas de las átonas, y resaltado el contraste que se crea entre las medidas silábicas de cada verso y sus patrones acentuales, que es conveniente no confundir la poesía con la música, y que una y otra tienen poco que ver entre sí, por no decir que nada. Es importante no perder de vista que, cuando hablamos de la música de las palabras (o como le gustaba decir a Borges: “la música verbal”), en cierto modo estamos haciendo uso de una metáfora, de una figura retórica.

Y es que lo primero que caracteriza a la música es la posibilidad de que convivan distintos sonidos, a veces contrapuestos, y que lo hagan de manera armónica (sea lo que sea lo que entendamos por armonía). Condenada a una sola voz, la poesía lírica no puede, al menos en términos sonoros, sino permanecer en un solo plano.

Tiene, es verdad, una poderosa defensa a esa limitación: y es que esa única voz es capaz de crear, por medio del significado de las palabras, diversos sentidos (a veces, por qué no, contrapuestos), que gravitan suspendidos sobre el corazón del poema.

¿Cómo intentar hacer con las palabras algún efecto parecido
al que produce en nosotros la música?

Hay que acudir a la quinta acepción de la palabra: música es, sigue diciendo el diccionario, una “sucesión de sonidos modulados para recrear el oído”. Ahí parece que nos acercamos a la poesía, aunque no deje de hacernos ruido ese uso del verbo “modular”, que nos obliga a beber nuevamente de las jabonosas aguas de la metáfora… Si no para “recrear” el oído (porque no siempre se trata de deleitar o de dar gozo), sino para recrear realidades y emociones, la poesía ha utilizado desde siempre algunos recursos que siguen tan frescos como lo fueron el primer día. No entraremos en aburridos glosarios o definiciones, ni clasificaremos sus modos y variantes, todo eso que tanto alborozo proporciona a los académicos.

Te invitamos a leer el artículo completo a continuación:

Uno de los más viejos y más hermosos recursos de la poesía es el de la rima. Yo no soy capaz de entender la poesía sin ella.

Puedes encontrar más artículos como este en la Revista Quodlibet de la Orquesta Sinfónica de Minería:

Publicaciones relacionadas

El latido de una vida intensa: Música mexicana y la Orquesta Sinfónica de México de Carlos Chávez, 1928-1948

Orquesta Sinfónica de Minería

Los alientos metal

Orquesta Sinfónica de Minería

Frida, las palabras y la ópera

Orquesta Sinfónica de Minería

Dejar un comentario

X