Pacho Flores es el mejor trompetista del mundo y se presentará con la Orquesta Sinfónica de Minería (agosto 19, 20 y 21 en la Sala Nezahualcóyotl) en su doble faceta de compositor e intérprete:
Estrenará en México su fantasía concertante Cantos y revueltas e interpretará la parte solista del concierto Historias de flores y tangos de Daniel Freiberg (escrita exprofeso para el sonido de su trompeta).
Aprovechamos su visita para hablar con él sobre recuerdos infantiles, improvisación y cómo ha creado un envolvente discurso sinfónico a partir de la esencia melismática de los cantos de trabajo del campo venezolano.
Por HRJ
Pacho Flores canta:
“Nuuube de agua/Nube de aaagua/Nuuube de aguaaaaaaaa”.
Y en ese “aaaaaa” final desliza el canto de un registro grave a uno más agudo haciendo sonar todos los sonidos intermedios. El efecto resulta seco y dramático; en su esencia hay bondad y dureza. De una forma extraña es un sonido impregnado de nostalgia:
“Cuando era niño mi padre me llevaba algunos veranos a su ciudad natal en el estado de Mérida (Venezuela) a ver el ordeño. Y recuerdo que el campesino le cantaba así al becerrito que se llamaba Nube de agua: ‘Nuuube de aguaNube de aaagua/Nuuube de aguaaaaaaaa’ mientras ordeñaba a la vaca”.
Al recordar su infancia, Pacho Flores no puede evitar que se le desborde la música entre las palabras.
“Y la vaca se llamaba Mariposa. Así la había bautizado ese campesino por la canción de Simón Díaz:
La vaca Mariposa tuvo un terné,
un becerrito lindo como un bebé.
Dámelo, papaíto, dicen los niños cuando lo ven nacer”.
Pacho Flores canta y habla, habla y canta, frente a su computadora en un estudio rodeado de trompetas y guitarras. Lleva camisa blanca y a través de la pantalla la sonrisa resalta en su cara.
“Yo estuve ahí. Fui un niño que vivió entre estos cantos. La historia del ordeño es fuerte, pero eso como niños lo entendemos hasta después. En ese momento de mi infancia sólo estaba la melodía, que es muy bonita con ese ritmo de merengue”.
Hoy (19 de agosto) se estrena en México su obra sinfónica Cantos y revueltas, fantasía concertante para cuatro venezolano, trompeta y orquesta de cuerdas (él en la trompeta y Leo Rondón en el cuatro), bajo la dirección de Carlos Miguel Prieto al frente de la Orquesta Sinfónica de Minería. Y lo primero que hay que saber al escucharla es que nace del recuerdo que Pacho tiene de ese campesino cantando
Nuuube de agua/Nube de aaagua/Nuuube de aguaaaaaaaa
“En esencia son cantos de trabajo que nacen de la improvisación. Esos campesinos no tienen formación académica, pero al improvisar están componiendo, porque improvisar es componer y componer es improvisar. Son dos caras de la misma moneda. Y yo quise aferrarme a esa tradición para llevarla a una sala sinfónica”.
Y quizá la característica melódica más expresiva de la tradición de los cantos de trabajo del llano venezolano es ese efecto final en el “aaaa” (conocido como melisma) donde la voz se desliza de un registro a otro haciendo sonar todos los sonidos intermedios.
“Dentro de mi obra Cantos y revueltas el canto melismático recae en la trompeta. Y es que un trompetista y un cantante hacemos lo mismo en el sentido de que impostamos nuestro sonido, de que lo colocamos y debemos hacerlo resonar con todo nuestro cuerpo”.
¿Y en Cantos y revueltas cuál es la función del cuatro venezolano?
“El de imitar el galope de los caballos en el campo. Mira…”.
Pacho toma entres sus manos un cuatro venezolano (instrumento de cuatro cuerdas con forma de guitarra chiquita) y comienza a tocarlo mientras con la voz marca el ritmo:
“racatacá-racatacá/racatacá-racatacá/racatacá-racatacá.
El cuatro entra en mi concierto y su golpe representa el paso de los caballos. Es el galopar. Pero la función del cuatro no sólo es rítmica, sino también armónica y melódica”.
Campesinos que cantan y caballos galopando en el campo… ¿es Cantos y revueltas una obra programática?, ¿los sonidos tienen una función descriptiva?
“Sí, en eso tiene mucho que ver el subtítulo que tiene mi obra: fantasía concertante para trompeta, cuatro venezolano y orquesta de cuerdas. Y yo, en mi música, transmito esos cambios drásticos que ocurren en los sueños, en las fantasías. Estás con vacas y caballos y de pronto bailando salsa. El reto es hacer que todo esto funcione a través de un hilo conductor que el público y el intérprete puedan seguir”.
¿Y ese hilo es el ritmo?
“Sí. mis pasajes no son valses y tampoco joropos, están en un tiempo un poquito más movido. Desde ahí funcionan tanto los cantos como las tonadas, que son ritmos hermanos; el primero mucho más libre sin el compás superpuesto y el segundo con una estructura rítmica más marcada. Al final el pentagrama son cinco barrotes y un artista tiene que salirse de eso barrotes para poder ser libre. Y mi música busca siempre ser libre”.
¿Y cómo transmitir esa libertad dentro de los límites de una partitura, de la música escrita y por lo tanto estrictamente controlada?
“Cantos y revueltas es un punto de inflexión en mi carrera como compositor. Me di cuenta de que muchos compositores han trascendido porque han entendido muy bien las músicas populares de sus tierras y desde ahí las han elevado: desde dentro. Pienso en los nacionalismos rusos, húngaros o búlgaros. Como en México, Moncayo y Márquez. Como en Venezuela, Inocente Carreño y Antonio Estévez. Y yo considero que mi música es nacionalista, pero de un nacionalismo moderno, que se adapta totalmente a la sociedad actual. Es por ello que mis cantos de trabajo, que son una especie de fugas, de fugas revoltosas, como me gusta llamarlos, nacen de la esencia de canto improvisado en el llano venezolano y les coloco una parte de jazz, que convive con ritmo de salsa y de alguna manera todo se hermana”.
Además del estreno de Cantos y revueltas, en México también interpretará la parte solista de Historias de flores y tangos, que Daniel Freiberg escribió exprofeso para el sonido de su trompeta…
“Es una obra en la que uso cuatro instrumentos diferentes, algunos construidos especialmente para esta obra. Esto amplia enormemente las posibilidades expresivas de la trompeta. Yo como solista siempre pido poder escribir mis propias cadencias. Para mí es muy importante en un concierto contar con un espacio para improvisar. Y como Daniel es jazzista lo ha entendido a la perfección y este concierto funciona perfectamente”.
Esta semana ha salido el álbum Estirpe, con el que al lado de la Sinfónica de Minería y Carlos Miguel Prieto amplían el repertorio latinoamericano contemporáneo para trompeta…
“Sí, y es una alegría que haya salido esta semana que son mis conciertos en México. Lo grabé con la Orquesta Sinfónica de Minería y Carlos Miguel Prieto e incluye obras para trompeta y orquesta que le pedí a Arturo Márquez (Concierto de otoño), Danie Freiberg (Crónicas latinoamericanas), Paquito D´Rivera (Concierto venezolano) y Efraín Oscher (Mestizo). Pero se llama Estirpe (Deutsche Grammophon; 2022) porque busco aludir al nacimiento, a la raíz, de un proyecto de música latinoamericana que nació para quedarse. Porque en este primer álbum hay esos cuatro conciertos, pero ya tengo en marcha ocho más, entre ellos uno de la mexicana Gabriela Ortiz que estrenaré el próximo año en España”.
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