Quodlibet

Redimensionando a la gran diva del siglo XX: Maria por Callas

Por Mario Saavedra

Mario Saavedra vuelve a la voz de la diva, a partir del largometraje documental María por Callas del escritor Thomas Volf, el cual reúne cartas, grabaciones, documentos, imágenes, videos, entrevistas y entradas del diario personal de María Callas; material que configura a la extraordinaria cantante de ópera desde lo humano, desde dentro de sí misma.

Con Pier Paolo Pasolini hizo una Medea ya de referencia y con su tenor de cabecera, Giuseppe Di Stefano, dejó registros memorables.

A partir de una exhaustiva compilación de materiales impecablemente digitalizados y/o restaurados, Tom Volf consigue con esta sorprendente opera prima un gozoso y a la vez convincente recorrido por la vida y la obra admirables –en cuanto asumidas con convicción– de María Callas, a través de un vivaz discurso lineal que bien refleja el desarrollo artístico y existencial de la mujer y la cantante inseparables. El resultado es un documental envolvente que subvierte la imagen clásica construida en torno a la icónica diva, porque ya no es la suma de tantas contradicciones que en torno a su personalidad y a su arte se han ido construyendo con mayor o menor verdad, sino de cara a la visionaria artista cuya superior inteligencia la llevó a convertir sus limitaciones en logros, sin tampoco nunca renunciar a mostrar sin cortapisas su no menos ambivalente –por humana, tan enérgica como frágil– condición emocional.

Aparte de registrar algunas de las presentaciones y grabaciones ya paradigmáticas de la gran diva, por lo mismo insustituibles aún después de la década de los cincuenta que fue cuando alcanzó su esplendor, cuando no es la voz de la propia Callas, quien en su nombre se expresa es la estupenda actriz francesa Fanny Ardant que le dio vida en la más ficcional cinta Callas por siempre, del 2002, de su entrañable amigo Franco Zeffirelli. Y aparte del propio Zeffirelli que la dirigió en muchos célebres montajes, Tom Volf aprovechó de igual modo la presencia y el testimonio de otros cercanos afectos y colegas, entre ellos, los también realizadores Vittorio De Sica, Luchino Visconti o Pier Paolo Pasolini con quien hizo una Medea ya de referencia, o su admirada maestra española Elvira de Hidalgo, o su tenor de cabecera Giuseppe Di Stefano con quien dejó registros memorables, o el actor Omar Sharif, o por supuesto el rico naviero griego Aristóteles Onassis, que siendo el gran amor de su vida y el motivo de su aislamiento de los escenarios y de su declive artístico,

generosamente lo perdonó ya decrépito y desahuciado, luego de su ostensible fracaso marital con Jacqueline Kennedy.

Maria por Callas nos ofrece un retrato completo e íntimo de la inolvidable gran diva del siglo xx, quien gracias a su admirable y amplio registro, a sus enormes virtudes vocales y su elocuente talento actoral, en su más bien corta pero intensa carrera pudo abordar un amplio y variado repertorio.

Maria por Callas, del también fotógrafo francés Tom Volf –aquí lo acompañó su cercano colega Janice Jones–, nos ofrece un retrato completo e íntimo de la inolvidable gran diva del siglo xx, quien gracias a su admirable y amplio registro, a sus enormes virtudes vocales y su elocuente talento actoral, en su más bien corta pero intensa carrera pudo abordar un amplio y variado repertorio que iba desde personajes para soprano ligera como la Lakmé de Léo Delibes o la Semíramis de Gioacchino Rossini, hasta otros no menos exigidos para soprano dramática como la Lady Macbeth de Giuseppe Verdi o incluso la Brünnhilde de Richard Wagner, incluidos papeles célebres para mezzo como la Carmen de Georges Bizet o la Dalila de Camille Saint-Saëns. Las nuevas generaciones que no sepan de ella o sólo hayan escuchado su nombre sabrán por qué este fenómeno ha permanecido o incluso se ha acrecentado, con lo que el talento indiscutible de Volf contribuye a dimensionar la leyenda de quien creara versiones soberbias e imperecederas de obras que ella extrajo del injusto olvido, como por ejemplo La Wally de Alfredo Catalani, o Ifigenia en Táuride de Willibald Gluck, o Ana Bolena de Gaetano Donizetti, o Medea de Luigi Cherubini, sin olvidar otros clásicos que con su maravillosa voz se convirtieron en versiones hasta ahora insuperables como Norma o La Sonámbula de Vincenzo Bellini, o Lucia di Lammermoor de Donizetti, o La Traviata o Aida de Verdi, o La Gioconda de Amilcare Ponchielli, o por su puesto Tosca de Giacomo Puccini.

Te invitamos a leer el artículo completo a continuación:

Puedes encontrar más artículos como este en la Revista Quodlibet de la Orquesta Sinfónica de Minería:

Publicaciones relacionadas

Georg Friedrich Händel (1685-1759)

Orquesta Sinfónica de Minería

Theodor Billroth y Johannes Brahms: Una amistad médico-musical en el cénit de la Viena clásica

Orquesta Sinfónica de Minería

México es Finalista en el Goodmesh Arts Unite con «Calladita»

Dejar un comentario

X