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Theodor Billroth y Johannes Brahms: Una amistad médico-musical en el cénit de la Viena clásica

Por Rodrigo Suárez

Forjados en una misma turquesa, Billroth y Brahms se inspiraron en el necesario bálsamo de la amistad. Rodrigo Suárez nos ofrece la narración de dos amigos, cuyo poder de imaginación los llevó a alcanzar altos vuelos en los tiempos gloriosos de la época clásica de Viena.
Un camino lleno de complicidades y consejos para labrar laboriosamente los secretos de la perfección en la música y la medicina, no así en la amistad. ¿Cuál fue la causa de la enemistad después de tanto respeto y admiración? Lea y descubra.

A pesar de provenir de orígenes y circunstancias económico-sociales ampliamente divergentes, mantuvieron una larga y estrecha amistad de confianza y respeto.

En una noche de noviembre de 1862, Theodor Billroth y Johannes Brahms se conocieron por primera vez en la sala de conciertos de Zúrich. Aquella noche Brahms tocó su famosa Serenada en D mayor. Después de la interpretación, Billroth se encontraba tan emocionado por la música de Brahms que contrató a una orquesta la mañana siguiente para repetir la ejecución en un concierto privado.

En el año de 1860, Billroth fue nombrado profesor de cirugía por la Universidad de Zúrich, donde destacó académicamente por publicar un tratado de patología quirúrgica. Durante su estancia en Zúrich, su pasión por la música, inculcada desde la infancia por sus abuelos quienes fueron cantantes de ópera, tomó una nueva forma y dirección.

Su proximidad y alianza como amigos ayudó a Billroth a convertirse en el cirujano más renombrado de su época y a Brahms en uno de los más grandes compositores del siglo xix.

En pocos años se rodeó de intelectuales y amigos que disfrutaban tocar en cuartetos de cuerdas. Comenzó a tocar la viola, convirtiéndose en un músico talentoso, y fungió como conductor invitado en ocasiones para la organización musical Allgemeine Musikgesellschaft Zurich o Sociedad Musical General de Zúrich. Además, se convirtió en el primer crítico musical para el diario Neue Zurcher Zeitung, revitalizando la escena musical. Con un oído excepcional, se mantenía bien informado y llegó a ser mejor conocido por su ‘pluma cáustica’. En Zúrich se consolidó como un cirujano mundialmente reconocido y un músico amateur experto.

Lo interesante de la relación entre el cirujano y compositor es que, a pesar de provenir de orígenes y circunstancias económico-sociales ampliamente divergentes, mantuvieron una larga y estrecha amistad de confianza y respeto.

Te invitamos a leer el artículo completo a continuación:

La música de Brahms está marcada por una meticulosidad artesanal, y antes de publicar alguna obra se aseguraba que fuera técnicamente perfecta.

Puedes encontrar más artículos como este en la Revista Quodlibet de la Orquesta Sinfónica de Minería:

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