Brahms siempre fue el futuro
Por HRJ
Un 3 de abril de hace 125 murió Johannes Brahms (1833-1897) y su aniversario nos ofrece el pretexto ideal para acercarnos a la figura de este compositor romántico de raíces clásicas cuya obra marcó el rumbo sin restricciones que tomaría la música del futuro.
¿Cuál fue el pensamiento musical de Brahms?
Brahms creó un discurso musical de movimiento inagotable. En su música existen múltiples temas que se desarrollan bajo términos propios. Sin embargo, a pesar de tantas ideas que avanzan al mismo tiempo, nunca hay confusión. Al contrario: la claridad de su música es asombrosa. Su lenguaje es conciso y directo. Fue uno de los grandes representantes de la música abstracta.

¿En qué consistió el enfrentamiento entre Brahms y Wagner?
Fue un enfrentamiento construido en los medios. La música de Brahms se asoció con lo viejo y estacando, se describía como “académica”, “tradicional” y “fría”. La música de Wagner se asoció con lo nuevo e innovador, se describía como “libre”, “moderna” y “apasionada”.
Se trató de un enfrentamiento mal planteado, pues en realidad la música de Brahms señala el futuro: Su universo sonoro de flujo continuo es la base sobre la cual se desarrollaron las formas de articulación sonora sin restricciones, como la atonalidad, que marcaron las vanguardias del siglo XX.
¿Qué debo saber sobre la música de Brahms?
Sentía tanta reverencia por el legado sinfónico de Beethoven que durante mucho tiempo evitó escribir una sinfonía. Fue hasta los 44 años que publicó su Sinfonía núm. 1 y luego compuso tres más. Las cuatro sinfonías de Brahms son quizá las expresiones más acabadas y profundas de su arte.
¿A qué suenan las cuatro sinfonías de Brahms?
Sinfonía núm. 1 (1876)
La atraviesan ambientes lúgubres y angustiantes que de alguna tierna manera evocan sus sórdidos capítulos infantiles en los burdeles de Hamburgo, cuando a los 10 años, por obligación paterna (su padre era un chelista pobre), tocaba el piano para marineros borrachos mientras las prostitutas lo mimaban en sus regazos.
Sinfonía núm. 2 (1877)
Es jubilosa, con acentos traviesos. Representa una excentricidad en el repertorio brahmsiano. Cosa insólita: está plagada de ideas melódicas inconclusas, que permanecen sueltas, en espera insinuante a que el escucha las complete.
Sinfonía núm. 3 (1883)
Los tres acordes iniciales (fa-la bemol- fa) conforman, en notación alemana, las siglas F-A-F , que corresponden al lema de juventud que adoptó Brahms: libre pero alegre (Frei aber froh). Estos tres acordes enfrentan, a lo largo de los cuatro movimientos, innumerables obstáculos que les exigen, para mantener su coherencia, variar de intenciones y colores. Tras un extenuante recorrido que los lleva desde la placidez a la guerra, se desvanecen juntos en un heroico canto de despedida.
Sinfonía núm. 4 (1885)
Su construcción es un círculo hermético en cuyo interior, en palabras de E.T.A Hoffmann, “surge un enigmático lenguaje de un lejano reino de los espíritus cuyos maravillosos acentos tienen su eco en nuestra alma, donde despiertan a un vida más alta y más intensa”. La partitura sobrevivió a un incendio que destruyó la casa aledaña al estudio donde Brahms trabajaba en Mürzzuschlag, una aldea de Estiria.
¿Cómo fue la vida privada de Brahms?
Murió soltero. Constantemente se afirma que, cuando quedó viuda de Robert Schumann, la compositora y pianista Clara Wieck tuvo un romance con Brahms. Sin embargo, con base en la correspondencia que se conoce entre ambos, todo indica que entre ellos hubo una sólida y profunda amistad.
¿Alguna frase memorable de Brahms?
“El hombre verdadero es sosegado en la alegría y sosegado en el sufrimiento y los pesares. Las pasiones deben pronto desaparecer, o si no debe uno arrojarlas de sí mismo”.